Alcúdia, calificada por por muchos como la cuidad más monumental de Mallorca, ocupa una extensión de 60 km2. Este pueblo, al igual que la vecina Pollença, ha vivido momentos de gran esplendor aunque gran parte de su historia se ha escrito sobre lanzas y yunques.
Reflejo de este pasado bélico, donde la batalla de las Germanías en el s. XVI marcó el rumbo de su evolución, es la muralla que rodeaba la cuidad y de la que aún hoy en día quedan restos. Su construcción, en dos partes, empezó en el año 1298 para defenderse de los constantes ataques piratas que asediaban la costa. Unos siglos más tarde, en el XVII exactamente, finalizó la segunda fase de construcción de la muralla que protegió a la cuidad hasta el s. XIX, momento en que las autoridades pertinentes, decidieron deshacer la fortificación. Con cada una de las piedras que extirparon, los presos de la Guerra Civil construyeron la carretera que hoy día une Alcúdia con el puerto del mismo nombre.


En 1963, cuando aún quedaba un tramo intacto las murallas fueron declaradas Monumento Histórico Artístico. El patrimonio arquitectónico y cultural de Alcúdia es muy abundante. Pasear por las calles medievales del pueblo, estrechas e irregulares, es un viaje al pasado donde las tradiciones se mantienen muy presentes.
El mayor legado histórico de este pueblo, además de sus murallas, es la cuidad romana de Pol•lentia fundada por el romano Quinto Cecilio Metelo en el año 123 a.C sobre las ruinas de un antiguo poblado talayótico. Dicha cuidad fue destruida en el s.V d.C. por los vándalos. Las dimensiones del recinto eran, y son, impresionantes. Su estado de conservación es bastante bueno, sobre todo el que engloba el Teatro Romano, ubicado a 1km. del núcleo urbano. Muy cerca de dicho lugar se encontraron sepulturas excavadas en la roca, pues la zona fue utilizada como cementerio por los sarracenos. Durante la época musulmana (x.X-XIII) Alcúdia y Pollença formaban el Distrito de Albulânsa hasta que Jaime I, finalizada la reconquista cristiana, dividió la isla en ocho partes. La zona norte pasó a pertenecer, en su mayoría, a los caballeros de la Orden del Temple.


La mejor forma de conocer los descubrimientos arqueológicos de Alcúdia, además de perderse por sus calles, es acudir al Museo Monográfico de Pol•lentia, situado en un edificio del s.XV que antiguamente fue un hospital. Éste se encuentra muy cerca de la Iglesia de Sant Jaume, patrón del pueblo, de estilo gótico, Aunque el templo actual data de finales del s.XIII, fecha en que también se construyó la rectoría y el cementerio, en el mismo lugar ya existía un pequeño oratorio. Además, hay varias construcciones que debe visitar, pues su valor histórico y artístico es digno de tener en cuenta. por un lado destaca el Oratorio de Santa Ana, una de las iglesias góticas más antiguas de Mallorca, ubicada muy cerca del Teatro Romano. Por otro, la ermita de Son Fe, en el monte homónimo, el Oratorio de San Martín, en el interior de una cueva bajo tierra y el Santuario de la Victoria, situado en el monte del mismo nombre a 450 m de altura. Muy cerca de este lugar se encuentra la Atalaya de Alcúdia, una torre de defensa que en su momento fue catalogada como la más alta de la isla. Aunque su fecha de construcción se remonta al s. XVI, dos siglos más tarde fue destruida por una tormenta y hoy día, a pesar de haber sido parcialmente reformada,
tan sólo quedan unos restos. Este lugar es un mirador excelente de las bahías de Pollença y Alcúdia. Respecto a esta última
es interesante saber que está presidida por dos islotes: Alcanada y Es Porros, siendo este segundo una antigua necrópolis de la época talayótica perteneciente al pueblo vecino de Santa Margalida.
A lo largo de toda la costa de Alcúdia, dice la leyenda, existen barcos romanos hundidos. En ocasiones el mito se hace realidad y algunos han sido descubiertos y sometidos a rigurosos estudios de todo tipo. Sea como fuere, lo que sí está claro es que dicha zona puede presumir de tener unas playas magníficas que, muy a menudo, se ven abarrotadas de turistas. Si desea sitios más solitarios, deberá dirigirse a alguna de las muchas calas escondidas y de difícil acceso repartidas por toda la bahía.


Otra ruta recomendable es llegar hasta el Port de Alcúdia, en el que, por cierto, ya existían instalaciones portuarias durante la época medieval. Sin embargo, su registro como puerto oficial surge, por primera vez, en las cartas náuticas del marinero Angelino Dulcet en 1327. Una vez aquí, puede aprovechar para probar el suculento marisco o pescado fresco que suelen ofertar en los restaurantes de la zona.
Las fiestas patronales patronales de Alcúdia se celebran el 25 de julio con motivo de Sant Jaume. El 2 de julio se lleva a cabo la romería de la Ermita de la Victoria cuya tradición se celebra comiendo “panades”. Otra costumbre que aún se mantiene y cuyo origen es desconocido, según cuentan en el pueblo, consiste en que los padrinos regalen a sus ahijados, el día de su comunión, un collar de caramelos y dulces más conocido como “rotllo”.
El mercado semanal se celebra los martes y los domingos en la plaza de la Victoria.